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el 25 agosto 2010

Tal vez sea difícil de admitir, pero la retroalimentación negativa puede ayudarte a ir en la dirección correcta

Hace poco le pregunté a Mona, la presidenta de la Compañía del Padre Rico, qué opinaba acerca del borrador de mi nuevo libro, que debo entregar este otoño. Respiró profundamente y me dijo: “Estoy desilusionada. Le falta energía y me deja con el sabor de querer algo más”.

Sus palabras me cortaron como si fueran navajas. Y lo sentí como una puñalada en el corazón. No contesté. Pero después de reponerme de la reacción inicial, pude darme cuenta de la sinceridad de Mona (y su valentía). Le pregunté qué le faltaba a mi libro y cómo podía mejorarlo (y me complace decir que las revisiones van viento en popa).

Nunca es fácil aceptar o dar retroalimentación desagradable. Todos preferimos dar u oír un comentario positivo. No obstante, el feedback (como se dice en inglés) positivo o negativo es esencial para el crecimiento personal, la integración del carácter y el vigor de un negocio.

El mundo es un gran círculo de retroalimentación. Por ejemplo, cuando tu contador te entrega tus estados financieros, en realidad te entrega un feedback en cuanto a lo hábil (o estúpido) que eres como emprendedor. Cuando te subes a la báscula que tienes en el baño también buscas retroalimentación. Mucha gente no lo hace o no analiza sus finanzas por la misma razón: No desean saber qué está pasando y prefieren fingir que todo está bien.

En los negocios, si tus anuncios no aumentan las ventas, eso es retroalimentación. Si un cliente entra a tu tienda y sale sin comprar nada, eso también es retroalimentación. Los fracasos son retroalimentación.

Mi padre rico a menudo me decía: “Hay dos tipos de feedback: el que te dicen de frente o a tus espaldas”. Sonreía ante los empresarios que se rodeaban de hombres que siempre les decían que sí. Comentaba: “Los hombres que siempre dicen sí son peligrosos. Los hombres que siempre dicen sí son amables en tu cara, pero a menudo te apuñalan por la espalda”.

La retroalimentación se siente físicamente. Yo la percibo en el corazón. Algunos la sienten en la garganta y otros en los intestinos. La siguiente vez que reaccione tu corazón, garganta o intestino a lo que estás oyendo, agradece la retroalimentación honesta y después aprovéchala para crecer con esa experiencia. Un comentario cara a cara requiere de mucha valentía de ambas partes. Los cobardes usan otras formas de comunicación. Una de mis tareas más importantes como emprendedor es conservar la puerta abierta a las opiniones tanto positivas como negativas. Si no las acepto, la comunicación honesta se hace cortés, la compañía tiene dificultades y los clientes se van a otra parte. Si quieres tener éxito, súbete a la báscula, lee tus estados financieros y pide retroalimentación… buena o mala.

Robert Kiyosaki

Fuente: EscuelaParaRicos.net

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