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Aquí yace alguien a quien «jamás le faltó un empleo»

Triste es el caso de ésas sociedades que han hecho del culto al empleo un parámetro de evaluación de la prosperidad y del bienestar de la gente. Porque en los ciclos habituales (y normales) de contracción económica, provocan frustración y desasosiego. Y se echan encima, además, a las propias criaturas que han ayudado a formar. Aquellas que juzgan las cosas por el imperativo de «jamás le faltó un empleo».

Porque la persona que pierde el empleo o que finalmente se considera “en paro”, responsabiliza de todos sus pesares a ésa Sociedad que la introdujo en la dinámica. Sociedades frágiles, naciones débiles, poco productivas y de bajo nivel competitivo.

Cuando las sociedades cambien la tradicional pregunta de “¿dónde trabajas?” por la más acertada de “¿a qué te dedicas ”, cuando a las personas no se les ocurra decir “estoy en paro” porque eventualmente no estén empleadas y cuando ellas mismas finalmente comprendan que lo único seguro de un empleo es que un día terminará, se vislumbrará una sociedad sustentada en el valor de su gente y en la capacidad de producción que éste engendra.

En todo esto no corresponde esperar que sea el Sistema el que cambie. Es la persona la que debe transformar su concepción de las cosas, nada lo priva de ello. Finalmente es también una muestra de comodidad transitar por la vida con una mochila de “cuentas por cobrar”.

La historia demuestra la magnífica capacidad que tiene el ser humano de modelar su destino aún en las condiciones más desfavorables.

Si existieron personas que sobrevivieron íntegros a campos de concentración, a guerras destructivas, al hambre y enfermedad, poco de sensato tiene que alguno condicione negativamente la calidad de su vida por un empleo.

¡Una persona no es lo que le pasa! Y el tributo final que cada quién tendrá cuando deje este mundo no podrá resumirse nunca en un “aquí yace alguien a quien jamás le faltó un empleo”.

Si se forma parte de la especie que conquistó los fenómenos naturales, dominó la tierra y los mares, explora el espacio y discierne los misterios que lo acechan, entonces se es capaz de extraer de la vida las cosas que valen la pena y no someterse a los caprichos del destino. Por las venas de ésos grandes seres circuló la misma sangre que circula en todos, estuvieron sujetos a iguales o peores condiciones.

Una sola cosa los distingue: LA ACTITUD. Éste es el activo más precioso. El que diferencia unas personas de otras. Su ausencia es la que determina que alguien se clasifique “en paro” y su presencia la que permite que otro construya un imperio con los limones que le arroja la vida.

DATOS DEL AUTOR.-

Carlos Eduardo Nava Condarco, natural de Bolivia, reside en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, es Administrador de Empresas y Empresario. Actualmente se desempeña como Gerente de su Empresa, Consultor de Estrategia de Negocios y Desarrollo Personal, escritor y Coach de Emprendedores.

Autor del libro: “Emprender es una forma de Vida. Desarrollo de la Conciencia Emprendedora”

WEB: www.elstrategos.com

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