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¡Cuidado con la Perseverancia!

Si bien la Perseverancia es requisito indispensable para que el Emprendedor tenga éxito en sus tareas, puede constituir también una desventaja para el desenvolvimiento del negocio si no es entendida en su apropiada dimensión.

Hay pocas cosas que tienen más valor que la asociación del emprendimiento exitoso con la Perseverancia. Ésta es un elemento vital para que puedan alcanzarse los objetivos, no existe Emprendedor que haya culminado apropiadamente su tarea sin haber sido perseverante.

Sin embargo, es el mismo valor que tiene la consigna el que obliga a ser muy cuidadoso con las interpretaciones. La Perseverancia es como el título del libro que cuenta la historia del Emprendedor, pero de ninguna manera es el título que lleva cada uno de los capítulos que la componen. De todos los requisitos que se precisan para emprender, la Perseverancia está asociada a la Fuerza de voluntad y al Poder de “tracción” para enfrentar la adversidad y sobrellevarla. La Perseverancia es virtuosa aliada de la habilidad y de las aptitudes, pero no tiene la capacidad de sustituirlas.

La confusión en la lógica de aplicar Perseverancia puede provocar algo que con sutileza se inscribe frecuentemente en los actos del Emprendedor: la Procrastinación. No existe un término que explique mejor el fenómeno. Procrastinación es la acción o hábito de retrasar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables. A diferencia del sólo hecho de postergar algo o posponerlo, el acto de Procrastinar SUSTITUYE aquella actividad postergada por otra menos importante y “más cómoda”.

En el emprendimiento existen situaciones que deben atenderse tomando decisiones objetivas y oportunas, hechos o tendencias que deben cambiarse de raíz. Cuando el Emprendedor gestiona su negocio muy condicionado por las virtudes de la Perseverancia, puede caer en la trampa de postergar o sustituir éstas decisiones por otras de menor relevancia. A veces la línea es muy delgada entre la Perseverancia y la Obstinación, la primera es una virtud pero la segunda es una falla muy costosa, precisamente porque es un estado que se evidencia tarde, luego de un ciclo largo de Procrastinación.

La Perseverancia se perfecciona como acto de gobierno en tanto que las tareas se estén conduciendo por el camino correcto. Si el camino está equivocado, la Perseverancia sólo conseguirá que el error se manifieste más tarde y a mayor costo.

En los emprendimientos se presenta un hecho curioso: cuando el Emprendedor recién empieza sus tareas propende a enfatizar el uso de una conducta perseverante como forma casi intuitiva de sustituir la experiencia que aún no tiene, y, sin embargo, cuando ya posee un recorrido importante y ha materializado experiencias valiosas tiende a ser menos paciente. En ambos casos existen errores de importancia porque se omite imprimir el equilibrio adecuado en la interpretación de las situaciones. La Perseverancia debe aplicarse siempre en los actos de la vida y de los negocios, más allá de la edad o experiencia que estos tengan, y por otra parte no debe sustituir nunca otras habilidades y actitudes indispensables para la buena gestión.

Existen objetivos y tareas en el transcurso del emprendimiento que no se resuelven con Perseverancia y el solo hecho de privilegiarla causa significativo perjuicio. Un ejemplo de estos casos se entiende por medio de la historia de “la puerta de vidrio que no abre”: si alguien quiere abrir a empujones una puerta de vidrio que tiene una etiqueta pequeña que dice “jale”, no sólo no podrá hacerlo, también corre el riesgo de quebrarla. Se puede ser muy perseverante en los esfuerzos para abrir la puerta empujándola, pero no se conseguirá nada. Por otra parte, imprimiendo muy poca energía y tiempo se abre la puerta jalándola. El Emprendedor se enfrentará a muchas situaciones cuya resolución no pasa por medidas de fuerza o de voluntad, sino de básica habilidad en la interpretación de las señales. Otro ejemplo es el del hombre que produce cinturones como fustas para caballos de carruaje y que, a pesar de la eficiencia de su producción y la perseverancia que le pone al empeño, nunca llega a construir un gran negocio. El Emprendedor enfrentará también estos casos: tareas o procesos correctos pero resultados pobres, esencialmente porque son pobres los propios procesos.

La Perseverancia no puede sustituir la imprescindible habilidad del Emprendedor para DIRIGIR su negocio, La Perseverancia no constituye una alternativa a la intuición y al conocimiento del oficio.

El Emprendedor puede ser más o menos Perseverante de lo que el caso aconseje, y en ése sentido condicionará de una u otra manera el destino de su negocio, pero lo que NO puede ser NUNCA es una persona que no tome decisiones. En este mundo de negocios y mercados globales una persona que toma decisiones es un activo de valor incomparable. Las condiciones del entorno cambian de forma dramática y la necesidad de adaptarse a ellos es requisito de sobrevivencia. Cuando se trata de tomar decisiones el Emprendedor no puede vacilar. La propia Perseverancia es en los hechos una decisión que se toma, y en la relación causal es un Efecto y no puede convertirse de ninguna manera en una Causa.

Existe una sabiduría ancestral en el arte de dirigir que está constituida por los Principios Estratégicos. Éstos son la experiencia comprimida de miles de STRATEGOS en la interacción con miles de Conflictos a lo largo de miles de años. Esta experiencia comprimida genera pautas de comportamiento en el arte de dirigir que muy pocas veces son equivocados. Uno de los Principios Estratégicos más importantes es Convertir el Tiempo en Aliado y a su sombra se desenvuelve ese delicado equilibrio entre Perseverar en una acción o tomar una Decisión al respecto. Cuando el Emprendedor se acoge al concepto profundo del Principio Estratégico no comete errores, y aplica la Perseverancia en tanto ella convierte al tiempo en su aliado o toma una Decisión diferente que conduzca al mismo fin.

La Toma de Decisiones entra en conflicto permanente con otro elemento que a veces se nutre maliciosamente de la Perseverancia: la aversión al riesgo.

Por cada decisión que se toma se asumen riesgos proporcionales y cada persona tiene un umbral diferente de tolerancia a ellos. En tanto que se persevera en una decisión tomada se evita tener que tomar más decisiones y multiplicar así los riesgos incidentes. De allí que resulte muchas veces más sencillo perseverar que tomar decisiones.

El viaje del Emprendedor, desde ésa pequeña estación donde definió el inicio de la marcha hasta aquella en la que eventualmente se convierta en una prominente organización de negocios, es largo y complejo. Los obstáculos en el camino son frecuentes y difíciles de superar, todos ellos tienden una invitación repetida a bajar los brazos y abandonar. Para mantener el viaje a pesar de la adversidad es indispensable ser Perseverante, pero la conducción del vehículo que transita ése camino no tiene nada que ver con la Perseverancia, ella depende de la habilidad del conductor y de su capacidad de tener claro y bien presente el destino al que se quiere llegar. Es la habilidad de conducción la que permite superar los obstáculos y la que nutre de resultados auspiciosos ésa fuerza que constituye el persistir.

El tiempo es el mejor aliado y el peor enemigo. La Perseverancia juega en sus entramados y lo debe hacer con mucho cuidado. La Procrastinación puede conducir a la Obstinación, y cuando ésta se encuentra en el camino equivocado cuesta mucho reparar el error.

No existen muchas historias de éxito asociadas a emprendedores obstinados, probablemente aquellas pocas que se fundamentaron en una chispa de genialidad o una visión excepcionalmente aguda. La mayoría de los casos exitosos corresponden a personas que toman decisiones difíciles sin consideración extrema de los riesgos o del fracaso. Estas personas no tienen confianza en ningún tipo de genialidad, apenas son personas que tienen mucha confianza en sí mismas.

Si cabe preguntarse cuál es el requisito que se precisa para ser una persona que Toma Decisiones y si en ello no se quiere explorar entre la personalidad o el carácter que tiene cada quién, probablemente ayude remitirse a otro Principio Estratégico importante: Conozca su oficio. El Emprendedor debe conocer hasta el detalle más pequeño de su Negocio y la función que cumple en él, el Mercado y los competidores, la estructura y la gente que lo soporta, las variables y tendencias medioambientales, etc. El conocimiento del oficio es una tarea dinámica que puede tener algún punto de partida pero nunca tiene un final: es necesario aprender permanentemente para decir que se conoce. La Experiencia es un conocimiento asociado al tiempo y no al aula. El conocimiento tiene un vínculo íntimo con los fracasos al igual que con los libros. El Principio Estratégico hace alusión a un conocimiento integral del oficio a lo largo del tiempo.

Cuando el conocimiento profundo del oficio constituye casi una obsesión, las bases están dadas para que se tomen Decisiones oportunas y correctas, con márgenes tolerables de error y sin temor. Nada ayuda tanto a la autoconfianza como el conocimiento.

Allá donde existe una persona perseverante que conoce su oficio y tiene mucha fe en sí misma, no solo se encuentra un Negocio exitoso, se encuentra una fuerza vital.

Estas personas son escasas, pero con un grupo pequeño de ellas se puede cambiar el mundo.

DATOS DEL AUTOR.-

Carlos Eduardo Nava Condarco, natural de Bolivia, reside en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, es Administrador de Empresas y Empresario. Actualmente se desempeña como Gerente de su Empresa, Consultor de Estrategia de Negocios y Desarrollo Personal, escritor y Coach de Emprendedores.

Autor del libro: “Emprender es una forma de Vida. Desarrollo de la Conciencia Emprendedora”

WEB: www.elstrategos.com

Mail: carlosnava@elstrategos.com

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Twitter: @NavaCondarco

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