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Del Caos a la Libertad Financiera

LA AGONIA FINANCIERA

La pobreza se alimenta de la deuda

Cada año más de un millón de personas se declaran en bancarrota en los Estados Unidos. Todas ellas tienen algo en común: una precaria estabilidad y una excesiva explotación del crédito, que les incapacitan para financiar un estilo de vida que excede  su nivel de ingresos.

La deuda de los consumidores en mayo del año 2016 alcanzaba la cifra record de 3.6 trillones de dólares[1] y según la revista TIME el 56 por ciento de los estadounidenses vive de crédito subprime[2], mientras que el 44 por ciento dispone de menos de 6 dólares de ahorro para enfrentar situaciones inesperadas. La mitad de los ciudadanos vive de mes a mes y sin ningún tipo de reservas financieras.

Podríamos decir con seguridad que uno de los más graves problemas de la economía estadounidense del siglo XXI es la insolvencia de los hogares para asimilar el nivel de la oferta, una realidad que podría tornarse recesiva, si continúa la actual tendencia al endeudamiento en las próximas décadas.

Al cierre del año 2015 los norteamericanos debíamos más de 925 mil millones de dólares en tarjetas de crédito3. La ciudad de Miami en particular se ubicaba según un estudio de CardHub4, publicado por el Diario de las Américas[3] en la posición número 50 del ranking nacional, con un balance promedio en deudas de tarjetas de crédito ascendente a $5,572.00 dólares, mientras que en materia de ingresos ocupó el lugar 13 con un promedio de $21,813.00 dólares anuales.

El estudio de CardHub que abordó este tema confirmó además que la incomprensión de los deudores en torno al monto de sus obligaciones es una de las razones de la abultada deuda. Lo que refleja una conducta carente de control sobre el presupuesto familiar y el desconocimiento de las características técnicas del crédito y el cálculo de sus intereses.

Pero la situación financiera de las familias se hace más tensa cuando a la deuda de tarjetas de crédito se adicionan las de la hipoteca, el auto, los servicios médicos y el crédito estudiantil.

Según un informe del Banco de la Reserva Federal de Nueva York la burbuja de los préstamos estudiantiles alcanza la cifra de 1.08 billones de dólares de los que $124,300 millones de dólares se encuentran en la categoría de impago con una morosidad que supera los 120 días.

El mercado hipotecario no ha tenido un comportamiento diferente. Desde la crisis inflacionaria del 2008 más de la mitad de los propietarios no pueden pagar sus créditos y muchos dejan su propiedad en garantía para obtener nuevos préstamos de consumo, debido a que el salario no les alcanza para cubrir sus necesidades básicas. Según  una publicación del sitio MarketWatch  7.5 millones de propietarios perdieron sus casas en procesos de  foreclosure o short sale y alrededor de 9 millones más están en riesgo de perderlas. La deuda hipotecaria en Junio del 2016 sobrepasaba los 13.8 billones de dólares[4].

Los servicios médicos por su parte están absorbiendo alrededor del 16.9 porciento[5]de los ingresos brutos anuales de la familia media en los Estados Unidos. Las primas de los seguros,  deducibles y copados por la atención medica, así como los precios asociados a exámenes colaterales representan una carga financiera cada vez más pesada para los ingresos de los ciudadanos. La reforma al sistema de salud[6] no ha logrado – en mi opinión-  frenar la escalada de los precios  a pesar de su intención de hacerlos más accesibles.

Los Estados Unidos continúan siendo el país con el sistema de salud más caro del mundo. Según un informe de OCDE[7] el costo sanitario del país en el año 2013 representó el 17.7% del PIB de la nación[8], es decir, casi el doble de la media de los países miembros en igual periodo[9]. Mientras que el gasto en salud percapita ascendió en el año 2015 a $9,451dólares[10]

Ese es a groso modo el crítico entorno financiero de millones de familias cuyo futuro en su mayoría depende del frágil mercado laboral, golpeado por las políticas corporativas para reducir costos salariales y lograr una mayor capacidad competitiva en los mercados globales. Las interrogantes que se imponen a esta realidad son las siguientes:

¿Qué decisiones financieras están al alcance de las personas comunes para sobrevivir al crónico endeudamiento?

¿Qué tipo de inversiones son las más adecuadas para diversificar las fuentes de ingreso y transitar del empleo a la gestión de activos?

Las compañías de consolidación de deudas parecen traer soluciones a las crecientes presiones económicas familiares. Sin embargo sus propuestas no están dirigidas a cambiar los valores de consumo, ni a fomentar habilidades que promuevan la inteligencia financiera. Trabajan sobre las consecuencias y no en las causas. La respuesta al endeudamiento progresivo pasa necesariamente por un cambio en la conducta financiera y una nueva perspectiva respecto a la deuda y sus implicaciones.

Las campañas publicitarias que  incentivan el consumo se sitúan en dirección opuesta a la liquidez de los consumidores, pues gestionan las compras desde la óptica psicológica de diversos segmentos de la población, que son considerados vulnerables al mensaje y definidos como su público objetivo.

Cientos de billones de dólares se invierten cada año para posicionar productos y servicios, evaluando su eficacia por las ventas a los clientes potenciales. Esta circunstancia hace de la  educación financiera la única herramienta que puede generar cambios en la actitud de compra y crear una cultura centrada en el ahorro y la inversión antes que el consumo.

Personalmente tengo excelentes amigos en las áreas de economía y finanzas que están tristemente endeudados. La interrogante es por qué, pero la respuesta casi nunca está al alcance de quienes la necesitan, se les ofrecen alternativas de pago, pero nunca las herramientas que garanticen su libertad.

Casi todos los que han incursionado en las finanzas familiares coinciden en la urgente necesidad de desarrollar una cultura que permita la gestión personal de activos y la diversificación de inversiones. Entre otras razones por el impacto que esto tiene en la dinámica del ingreso familiar. Pero el actual modelo de educación solamente desarrolla habilidades que son  útiles para administrar o trabajar en empresas constituidas,  no entrena el carácter,  ni fomenta los valores espirituales sobre los que se construye una personalidad independiente, emprendedora y con visión de su propio futuro.

El multinivel puede ser una valiosa experiencia para desarrollar una conducta financiera de nuevo tipo; porque edifica hábitos responsables de consumo y ofrece las herramientas para tomar ventaja de un modelo que gestiona ingresos exponencialmente crecientes, en condiciones de igualdad, sin barreras de inversión ni exclusiones profesionales.

Pero el término «puede» enfatiza la condición de oportunidad, es decir, el de ser una modalidad de negocios en el que la tasa de riesgo se distribuye equitativamente entre los distribuidores de la misma forma y en igual magnitud que la probabilidad del éxito. Todos trabajan sobre un mismo sistema de compensación, atendiendo a los mismos estándares  de rendimiento empresarial y con los mismos productos. La diferencia entre el éxito y el fracaso en el multinivel dependerá del desarrollo de una personalidad de éxito y no todos alcanzan a lograrlo.

El  control y la responsabilidad  son los pilares sobre los que descansa la educación financiera, pero el éxito financiero depende de nuestro compromiso para construir una realidad que conduzca a la autogestión como única vía hacia la libertad económica.

Estamos conscientes de la dimensión del reto en una sociedad que promueve el hiperconsumo como expresión del éxito personal, pero la liquidez de cada hogar se impone una y otra vez en cada bancarrota, con igual importancia que la buscada por los empresarios que consistentemente nos persuaden de comprar como nuestra mejor elección.

EL ENIGMA DEL DINERO

“El dinero habla, pero dime: ¿por qué todo lo que dice es simplemente adiós?” -Edna O’Brien, escritora y guionista de cine Irlandesa.

Para el  hombre común el dinero esconde un secreto a todas luces conocido  – el de la riqueza- pero este secreto está predestinado a unos pocos privilegiados, como un tesoro de siete llaves que solo puede abrirse con la llave de la «suerte»  mientras que  todos los demás, les guste o no, están condenados a vivir “honradamente” de su trabajo.

Según la creencia popular tener dinero es una condición indispensable para tener dinero, por lo que el éxito financiero desde la pobreza es considerado una ilusión sin fundamentos. Sin embargo el principal obstáculo al éxito no está en las carencias de una vida humilde, sino en  la convicción de que no existe salida a las condiciones sociales que nos atan al empleo. Si creemos que estamos allí solamente porque hemos sido segregados al mercado de trabajo, nuestras metas perseguirán un mejor desempeño y el resultado será una mayor remuneración, pero nunca la libertad que acompaña a un proyecto de emprendimiento empresarial.

La pobreza no es solo  una dura realidad socioeconómica es también una forma ideológica y un estado de conciencia cultivado por quienes tienen el poder de decidir qué se aprende o  que se enseña a las personas. Qué tipo de valores deben fomentarse entre la gente común. Es una visión y un paradigma acerca de nuestras alternativas, compartido por la familia e inspirado por las élites de poder económico y político. Se busca crear un ciudadano obediente que no trascienda por sus obras, sino por su capacidad de adaptación a estereotipos aceptados como eternos y convenientes. El resultado es la formación de una personalidad  ignorante de su potencial, así como  de las habilidades financieras y emocionales que necesita para construir un futuro  positivamente exitoso.

La mayoría cree que ser rico es tener dinero, en lugar de entender que lo que sostiene a la riqueza es la creatividad para integrar  en la  economía sistemas que generen ingresos residuales crecientes. Esos sistemas que conocemos como empresas descansan en la demanda efectiva y recorren un ciclo de compra-venta que fue descrito paradójicamente por Karl  Marx en  el siglo XIX.

En el modelo de circulación monetaria expuesto por Marx, pueden observarse dos formulas particularmente distintivas (M-D-M) (D-M-D) y aunque el énfasis de su análisis está centrado en la diferenciación histórica, de lo que él denomina forma general de la circulación de mercancías y la forma particular que transforma al dinero en capital. La relación entre la mercancía y el dinero y el modo inverso en que se yuxtaponen, arrojan luz en la comprensión de las decisiones que conducen al éxito empresarial y personal.

Examinemos más de cerca el asunto. Ambas formulas encierran una manera particular de circulación monetaria que entrelaza a dos personajes y a dos actividades económicas, al empleado y al empresario, al empleo y a la inversión.

MERCANCIA-DINERO-MERCANCIA

¿Cómo el empleado mueve su dinero?
(M-D-M)

La primera forma de circulación mercantil describe el modo particular en que discurre el dinero al enfrentarse indistintamente a las mercancías cuyo precio a de pagar. El dinero aquí actúa como un simple valor de cambio de las mercancías, que finalmente saldrán de la órbita de la circulación para ser consumidas.

MERCANCÍA-DINERO  /  DINERO-MERCANCÍA

La transacción se desdobla en dos fases (M-D) Vender para…………. (D-M) comprar

Como puede apreciarse la venta precede a la compra. Es decir se vende un producto para comprar finalmente otro. Por esta razón el consumo preside el vínculo entre vendedores y compradores porque en esta relación entre el dinero y las mercancías el destino final será el consumo. La finalidad del proceso es el de las mercancías consideradas como valores de uso[11]; por eso tanto el empleado como el empresario se interesan más en la utilidad que en el valor de las mercancías representado en dinero.

El agente de esta particular relación de compra-venta es el empleado, que en la primera fase del proceso M-D sacrifica su tiempo para alquilar la única mercancía de que dispone (sus músculos,  su cerebro y sus nervios) a cambio de dinero. La forma jurídica que reviste esta relación se suscribe en un contrato de trabajo, donde el empleado renuncia a parte de su tiempo libre para realizar ciertas operaciones descritas como obligaciones funcionales.

En esta primera fase el empleado actúa en calidad de oferente y el empresario en calidad de demandante. El primero intercambia trabajo por dinero y el segundo dinero por trabajo y paga los costos del aporte en trabajo como parte del financiamiento de su proyecto.

En la segunda fase de esta relación entre compradores y vendedores D-M. El empleado sale de la producción a la órbita de la circulación, del trabajo al descanso y es allí donde da curso y destino a su dinero. Lo gasta en objetos de uso y consumo para satisfacer sus preferencias y las de su familia. En calidad de cliente ahora el empleado maximiza su salario en el consumo, pero el dinero escapa de sus manos y se aleja sin retorno. En este punto culmina el ciclo de circulación monetaria y el nexo trabajo – consumo se cierra en la forma de una mercancía[12].

No hay otra fuente de ingresos porque el consumo es un costo monetario hundido que se revierte en calidad de satisfacciones de valor[13]. Por esa razón el empleado debe regresar al empleo como condición para sus futuros actos de consumo.

El empleado busca la utilidad como valor de uso, pero el empresario aspira a la utilidad en términos de valor. Si el empleado maximiza su salario en el consumo, el empresario maximiza su rendimiento en el precio. Por eso su ciclo responde a otras reglas.

DINERO-MERCANCIA-DINERO’

¿Cómo el empresario mueve su dinero?

DINERO – MERCANCÍA – DINERO’ (D-M-D’)
(D-M) Comprar para…..vender (M-D)

El empresario es el agente propulsor de esta forma de circulación monetaria. Actúa en calidad de oferente de dinero y asume el riesgo empresarial de desprenderse de él a cambio de un incremento de valor. Compra mercancías que son parte del proceso de producción y de distribución, paga los costos de la fuerza de trabajo en la forma de salario.

La medida de sus gastos en salario y de las materias que forman su proceso de producción y/o distribución es su rentabilidad. Una unidad adicional de trabajo que no pueda absorber su planta y equipo representa una pérdida para el, porque el salario es exactamente igual a la desutilidad que produce la última unidad contratada.

En la órbita de la circulación el empresario realiza su producto y el consumo es el vehículo de sus ventas. Allí vuelve a encontrarse con su empleado ahora en calidad de cliente. Todo gasto del empleado representa un ingreso para el empresario. El acto de consumo se traduce en ventas y las ventas estimulan nuevos proyectos, en proporción directa a la tasa de rendimiento esperada; elevando la escala de los ingresos y la rentabilidad del empresario. Rentabilidad y ocio mueven a nuestros personajes en un ciclo que se repite con fases de expansión o de contracción.

Si para el empleado el dinero es un instrumento de consumo para el empresario es un recurso que se multiplica exponencialmente en cada una de las fases en las que discurre, ya sea en la forma de materias primas, productos u otros activos de la producción o en la forma de satisfactores para el consumo.

El dinero compra cosas para el empleado y compra la libertad del empresario. La psicología del primero es de corto plazo porque sus expectativas de consumo desbordan constantemente su nivel de ingresos. Por eso el crédito es su mejor aliado y la liquidez su peor enemigo. El dinero siempre será para él un recurso escaso.

Toda la visión del empleado se sostiene en el próximo cheque, la remuneración por el desempeño o el nuevo incremento salarial. La deuda de consumo es una oportunidad y el crédito de inversión un riesgo. Su rol en la circulación monetaria le imprime la noción de que el empleo es un lugar seguro y la inversión una alternativa vulnerable. Su paradigma es fruto de su realidad invertida[14], que hace del éxito un fracaso y del fracaso una inversión.

Al emprendedor por su parte no le interesa el corto plazo, salvo si su inversión tiene fines especulativos. La idea y el concepto de su visión sostienen su proyecto en el tiempo hacia el largo plazo. El apalancamiento es la artillería pesada de su punto de arranque, lógico que cualquier fuente externa de capital tiene un riesgo, pero el empresario reconoce el riesgo como parte del proceso de su posicionamiento. Trabaja en la liquidez para afrontar sus obligaciones y honrar sus compromisos de pago. Sostiene sus gastos sobre el nivel de sus ingresos y se concentra en el crecimiento  exponencial de sus utilidades. Su nivel de ingresos sobrepasa con creces el consumo personal y lo financia con sus activos de capital. La razón de ser de su dinero es la inversión, un adelanto de efectivo que tiene la finalidad de una recompensa financiera. Para el empresario el éxito y el fracaso son dos caras de una misma moneda y corrige sus desaciertos con la experiencia adquirida. Ve en el fracaso una oportunidad y a la oportunidad como el camino hacia éxito financiero.

No le teme al futuro porque su negocio exige de una personalidad pro activa, busca la información como norma de sus acciones, porque el conocimiento es una fortaleza para enfrentar las amenazas del entorno. En su formación la educación financiera tiene un peso significativo; mediante ella puede medir la eficiencia de su gestión, definir nuevas metas con una idea clara de los resultados y estimar los costos del proceso que le conducirán a su visión. El rendimiento esperado sobre los costos es su interés principal, por eso cuida de los indicadores que le ayudan a consolidar su posición financiera: liquidez, solvencia, utilidades y rentabilidad. Todos ellos miden constantemente el costo de su oportunidad.

Pero lamentablemente el emprendedor continúa siendo una especie de frelands que se origina en la sociedad por generación espontánea, parece como si tuviera la virtud de descubrir la lógica social y económica que conduce al éxito. El dinero por su parte sigue encrespando las pasiones de los hombres, pero muy pocos se liberan de su yugo porque no logran entender su verdadero significado.


Autor: Argenis Gari
Diplomado en Economía Global y Administración Financiera.
Empresario Independiente de Amway


[1] Board de Gobernadores del Sistema de la Reserva Federal. Estadísticas de crédito al Consumidor 2016 G19.

[2] El crédito subprime también llamado second – chance es una modalidad de crédito del mercado financiero estadounidense. La mayoría de las personas con una tasa de evaluación en su historial crediticio de 650 puntos o menos, son consideradas de alto riesgo y reciben este tipo de crédito, con tasas de interés más altas y mayores gastos en comisiones bancarias. Su característica esencial es el alto riesgo de impago. 3 Consumer Financial Protection Bureau. “El Mercado de Tarjetas de créditos al Consumo” Informe 2015 4 CarHub.com es un sitio de comparación de tarjetas de crédito y es operado por Evolution Finance, INC una compañía de finanzas personales fundada en el año 2008 y con sede en Washington DC. Esta entidad libera con frecuencia estudios sobre la industria de tarjetas de crédito y la deuda de los consumidores.

[3] Diario de Las Américas edición digital del 18 de Enero del 2016

[4] Datos de la Reserva Federal liberados en Junio del año 2016. Mortgage Debt outstanding

[5] Estadísticas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico año 2016.

[6] Conocida como Obamacare.

[7] La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico está integrada por 34 países y es una de las fuentes más grandes y confiables, de datos estadísticos comparables sobre aspectos económicos y sociales en todo el mundo.

[8] El Producto Interno Bruto es un indicador macroeconómico que mide el crecimiento de las economías en un periodo determinado y esta representado por el valor monetario de los bienes y servicios creados por país o una región normalmente en un año.

[9] El costo promedio de salud para los estados miembros en el 2013 fue del 9.3% del Producto Interno Bruto (PIB)

[10] Estadísticas de OCDE 2016.

[11] Es decir como objetos de uso y consumo.

[12] Es decir en la forma de un objeto para el consumo.

[13] Nos referimos aquí al sentimiento de bienestar que produce el consumo de un bien o de múltiples bienes, el cual se relaciona con las necesidades, deseos y gustos que son satisfechos con el salario.

[14] Para decirlo explícitamente de una realidad financiera que contiene en sí la semilla del fracaso. La circulación monetaria de la cual es partícipe (Mercancía-Dinero-Mercancía) enmarca la dependencia cíclica al empleo como el vehículo de consumo.

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