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El nuevo rol del CFO como promotor de valor para el negocio

El papel de director financiero corporativo – Chief Financial Officer, o “CFO” – ha pasado en los últimos años de estar en constante evolución a ser el núcleo central de una gran revolución. Con el término revolución no pretendo exagerar, sino escenificar; hacer, si cabe, más visible el cambio que se está produciendo. No lo empleo porque el rol esté experimentando un cambio rápido y profundo en sus funciones principales, que también, sino porque es el propio eje central de su actividad el que está en movimiento; y ya no apunta tan solo a sus funciones tradicionales, sino que se traslada hacia arriba como primer soporte de la Dirección General; y rota, además, inclinándose sobre sí mismo, para hablar de tú a tú con las áreas de negocio, indicándoles a todos dónde, cuándo, por qué y cómo debe ir posicionándose la estrategia y la operación.

Ante esta novedosa situación, conviene pararse a pensar en las cuestiones que han llevado a que el CFO esté, o vaya a estar pronto, desempeñando estas nuevas funciones.

Históricamente, y de forma genérica, no puede afirmarse que el CFO haya formado parte activa del proceso de definición de la estrategia empresarial. No es que no haya participado, que si lo ha hecho, sino más bien que su involucración no ha sido del todo determinante en dicho proceso. El CFO ha asumido en este caso un rol importante, pero no esencial; más bien de soporte en la definición, que de liderazgo: valorando, por un lado, los impactos financieros de las estrategias y por otro, preocupándose de la obtención de recursos financieros para poder ejecutar dichas estrategias y llevarlas a buen término; pero no fijando la estrategia y decidiendo sobre la misma.

Entonces, ¿qué ha llevado a que el CFO ocupe ahora un rol trascendental en la definición de la estrategia? Se podrían en destacar varios factores clave.

Por un lado, y de forma muy destacable, se debe resaltar el papel de liderazgo que el CFO ha asumido durante – y después – de la crisis financiera, de deuda y de liquidez, la cual ha tenido una afectación global. Esta crisis ha tenido un impacto trascendental en el papel del CFO dentro de las organizaciones, puesto que ha pasado a desempeñar un papel mucho más activo y preponderante en el proceso de definición de sus estrategias. A raíz de la crisis, el CFO ha liderado el proceso de definición y ejecución de los proyectos más relevantes de las compañías, fundamentalmente relacionados con reestructuraciones de deuda, transacciones (ventas, fusiones y adquisiciones), cambios trascendentales de transformación de los modelos organizativos y operativos de las compañías, proyectos de eficiencia y reducción drástica de costes de estructura y operativos, proyectos ligados a la generación de información financiera y analítica fiable y de forma más rápida para la atención de nuevos inversores o nuevas exigencias, etc. Estos proyectos, que en gran medida han servido para preservar la existencia de la propia organización, han posicionado al CFO como el principal asesor de confianza para la dirección y los inversores.

Los negocios, a su vez, demandan que los modelos organizativos y operativos sean sencillos; flexibles, para poder adaptarse a los cambios. Además, solicitan información veraz, con una visión 360º y global del negocio, que sea atractiva visualmente y de rápida obtención, para poder analizar, anticiparse y obtener ventajas competitivas en el mercado. En este punto, el CFO es en gran medida el garante y valedor de la información para la dirección y las áreas de negocio.

Una vez analizado el impacto que la macroeconomía y los negocios han provocado en el papel que desempeña el CFO, es menester también subrayar la influencia que la revolución tecnológica, derivada de la llamada Industria 4.0, está teniendo sobre su figura dentro de la organización empresarial. La nueva era digital y la combinación de las tecnologías que lleva consigo dicho concepto (RPA, Machine Learning, nextGen ERP, IoT, Blockchain…), pone en la palestra multitud de posibilidades para la mejora de la empresa, y no hay ninguna de ellas que no tenga – o pueda tener – implicaciones relevantes sobre la función financiera.

Son las necesidades del negocio, en combinación con las posibilidades actuales que ofrece la revolución tecnológica, las que conforman la verdadera esencia de la transformación del rol del CFO, resultando el verdadero punto de inflexión hacia el CFO como estratega, convirtiéndole en la persona que pasa de comunicar información caduca a anticiparse y predecir; de ejecutar procesos a transformar digitalmente el negocio y la organización; de suministrar información requerida por el negocio a explicar al negocio por dónde debe ir; y, en definitiva, de ser un mero gestor de la función a ser el verdadero promotor de valor para el negocio.

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