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Emprender es como volar

Hace unos días, un par de empresarios discutían en un reality sobre las «aspiraciones» que debía o no tener un emprendedor. Ambas posturas, respetables. Uno, asumía que el emprendedor debía ir por todo. Otro, que cada emprendedor debía llegar hasta donde quisiera. Yo agrego: o hasta donde pueda.

Lo cierto es que esta discusión me recordó unas líneas que escribí hace 1 año, donde hacía una curiosa comparación sobre dos temas que me apasionan: el emprendimiento y los aviones, y cuya interpretación va en ese sentido de la discusión.

¡Mayday, mayday, mayday! Emprender es como volar.

Mayday es una señal de socorro internacionalmente aceptada, derivada del francés m’aider (‘ayúdenme’). Es utilizada como llamada de emergencia por la marina mercante, las fuerzas policiales, la aviación, las brigadas y las organizaciones de transporte. Cuando se realiza el primer llamado de auxilio, se repite tres veces la palabra: mayday, mayday, mayday.

He pensado que iniciar un negocio, o echar a andar un emprendimiento, es muy parecido a pilotar una aeronave. En muchos sentidos y por muchas razones. Podemos ir en nuestro discreto Piper biplaza a 260 kilómetros por hora, sin alcanzar grandes distancias. Habrá quienes quieran tener un Boeing 747, imponente, llamativo, capaz de alcanzar los 12,000 metros de altura mientras se desplaza a más de 900 kilómetros por hora. Otros, más ambiciosos, se subirán a su propio Concorde, llevando sus sueños sobre los 2.000 kilómetros por hora, experimentando la emoción de ir pegado al asiento con poco margen para detenerse a pensar. En cualquier caso, todas son experiencias mágicas y por demás gratificantes.

Lo destacable en todo caso, no es el hecho de qué tipo de aeronave pilotas. Cualquiera que sea tu aeronave, se necesitan agallas para ser quien comande un aparato de esos, con todo lo que ello implica: mantener tú vista al frente, revisar decenas de controles, no temer a las alturas, cargar con la responsabilidad de una o cientos de personas.

Pongámonos incluso un poco más imaginativos, y veamos todas las condiciones que se deben considerar para echar a volar una aeronave… o una empresa, que para estos efectos es lo mismo. Analizar, por ejemplo, las condiciones de viento y lluvia para despegar. Equivaldría a todos esos factores externos (situación política, económica, social y de mercado en general, de nuestro giro) que bien valdrían la pena considerar antes de arrancar un negocio. Pensemos, además, en el plan de vuelo. Ese informe donde se señalan todas las características y detalles del vuelo (ruta, horario, velocidad, altura), podría fácilmente ser comparado con nuestro plan de negocios: qué haremos, cuándo, cómo, por qué, con quién, para qué, etc, y sobre todo, dónde vamos a llegar y hora prevista de arribo. Esto último, sería como nuestra visión de la empresa.

Pudiéramos detenernos a hacer muchas analogías, sin embargo, cerraré con esta a continuación, para pasar al tema que realmente he querido expresar, y es el mayday en el emprendimiento.

Cuando por alguna razón las condiciones en tierra no están dadas para que una aeronave aterrice, se le ordena al piloto ponerse en patrón de espera, que no es más que mantenerse en el aire, en una ruta auxiliar indicada, mientras se da la autorización para su aterrizaje. Son varias las “equivalencias empresariales” que vienen a mi mente, no obstante, nuestro patrón de espera serían esos momentos en los que evitamos hacer grandes inversiones y dar grandes pasos, mientras el agitado mercado se estabiliza nuevamente. O cuando simplemente esperamos que ciertas variables estén calculadas intencionalmente, para hacer algún tipo de maniobra en la empresa. El patrón de espera no siempre responde a factores externos.

Cuando nos decidimos a emprender, estamos a merced de muchos factores que podrían poner en riesgo nuestro dinero, nuestro tiempo y nuestra paz. Sean factores ajenos o por factores controlados por nosotros (imprudencias, inexperiencia, decisiones riesgosas, ingenuidad, mala asesoría, etc.) corremos el riesgo de enfrentarnos a situaciones que nos obliguen a pedir auxilio: ¡mayday, mayday, mayday! Es importante y necesario, tener siempre aliados a quienes podamos recurrir para enfrentar una situación de emergencia.

La falta de dinero para cumplir compromisos, la inestabilidad emocional, la necesidad de tiempo para atender asuntos o incluso la obligación de hacer una pausa, desconectarse y volver al ruedo, así como el simple consejo de un mentor, son situaciones que ameritan un mayday. Mi recomendación: trata siempre de anticiparte a las situaciones, observa el clima y el viento antes de despegar, revisa constantemente tus controles y medidores, arma un buen plan de vuelo y considera ponerte en patrón de espera, eventualmente. Pero si es preciso, no dudes en ningún momento en hacer esa llamada de auxilio, que hecha en tiempo y forma, podrá evitar que suene la fatal alarma: terrain terrain pull up – terrain terrain pull up. Probablemente, ya será tarde.

Nada más considera que, así como en la aviación, según “lo alto que quieras llegar con tu emprendimiento”, tendrás algunas ventajas y desventajas.

Piensa que, si quieres lograr mayor distancia y altura, tu avión deberá ser más grande y pesado, y en caso de fallas la caída será más estrepitosa y fatal. Si optas por una menor altura y no llegar muy lejos, tendrás más margen de maniobra y mayores posibilidades de sobrevivir a un desastre. O dicho de otra manera, no es lo mismo tener una empresa local que una nacional o internacional.

Y por último, no olvides contar con una tripulación que tenga la misma pasión y compromiso que tú por mantener ese aparto volando.

Acerca del autor: Este artículo fue escrito por Daniel Romero. «Soy venezolano, actualmente residenciado en México y con aproximadamente unos 15 años de experiencia en emprendimientos familiares en Venezuela y México. Estudié la Licenciatura y la Maestría en Gerencia de Recursos Humanos, además de varios Diplomados en diversas áreas, siempre relacionados con los temas donde he emprendido. Actualmente dirijo una agencia de bienes raíces y una empresa de servicios especializados en México, además de una distribuidora con autorización exclusiva de productos dominicanos en Venezuela. Disfruto mucho escribiendo sobre emprendimiento, negocios y bienes raíces. El año pasado escribí un libro llamado ‘Lo bueno, lo malo y lo feo de emprender’, disponible en Amazon

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