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General Rick Lynch sobre el Liderazgo

Cuando el Teniente General Rick Lynch –retirado del ejército de los EE. UU. –, se presentó el miércoles 18 de marzo de 2015 a las 7:00 p. m., se podía sentir un poco de ansiedad en cada miembro de la clase. Sin embargo, quedó claro desde el principio que el General Lynch es bastante consistente con sus ideas, así como la forma en que las presenta.

Lynch se graduó por la West Point en 1977, pero ya en el 2001 había ascendido a General de Brigada, sirviendo, además, en Irak como Subjefe de Personal para Efectos Estratégicos. Lynch también se convirtió en el responsable de una plantilla de 120.000 personas. Incluso, luego de jubilarse, llegó a obtener el cargo de Director Ejecutivo del Instituto de Investigación de la Universidad de Texas en Arlington; ahora es el Director Ejecutivo de su propia empresa, R Lynch Enterprises. Como él mismo comenta, jamás pudo retirarse de su verdadera pasión: el trabajo, por lo que comenzó otros roles importantes, entre ellos: escribir, reflexionar y enseñar sobre el arte del liderazgo.

Al comienzo de su presentación, el General Lynch se describió a sí mismo como un hombre de familia, ubicando a Dios sobre su familia, y a su familia sobre su profesión. Inmediatamente, nos pidió a todos que nos presentásemos y afirmó que cada uno de nosotros éramos líderes, aunque pocos miembros de nuestra clase afirmaran serlo (la mayoría de las veces, solo el 10% de la audiencia interviene cuando se les hace tal pregunta).

Lynch describió a la clase cómo el cariño es probablemente la característica más importante de todo líder. Es vital que todo líder deba aprender sobre sí mismo y conocerse al máximo; en su opinión, el espejo es el mueble más importante del hogar. Los líderes obtienen retroalimentación de sus compañeros o subordinados a través del trato personal; el liderazgo es un deporte de contacto. En pocas palabras, liderar es servir y preocuparse por los trabajadores. La diferencia entre un gerente y un líder es que los gerentes dan prioridad las tareas y los líderes están comprometidos con las personas.

Los líderes deben amar a sus subordinados como aman a sus hijos. Por ejemplo, un líder comprometido no tiende a tener conversaciones informales; todo lo contrario, se dedica a realizar preguntas intrusivas a sus empleados. Al mismo tiempo que siente una genuina empatía por ellos y se preocupa por sus necesidades, siendo siempre comprensivos con las eventualidades y cambios que puedan ocurrir, por lo que evitan hacerlos trabajar horas extra o prohibiéndoles que visiten a sus familiares. Un verdadero líder mantiene en óptimas condiciones el ánimo de sus trabajadores. Tener una actitud positiva, optimista, así como centrarse en las oportunidades sobre los obstáculos, siempre es bueno para un líder, pues sus emociones son contagiosas y tienden a ser un detonante para la fuente de inspiración de toda empresa. Los líderes excepcionales están más orgullosos de sus subordinados que de sus propios logros. En resumen, como diría Theodore Roosevelt: “A las personas no les importa cuánto sabes hasta que saben cuánto te importan”.

Del mismo modo, cada persona en un equipo es tan importante como todos los demás. Cuando “gestionas caminando” eres proactivo y no reactivo. La práctica es la mejor receta y los mejores libros sobre liderazgo han sido escritos por grandes líderes, por ejemplo, It Worked For Me, de Colin Powell, en el cual se describe que la forma en que tratamos a las personas marca una gran la diferencia, optimizando y mejorando la calidad del servicio hasta en un 80%.

Además, la tutoría es muy importante y todos deben tener un mentor: el General Lynch ha tenido cinco (5) mentores a lo largo de su carrera. Un buen mentor es alguien a quien aspiras ser, es exitoso, sabe escuchar y realmente se preocupa por sus subordinados. Los mentores dan consejos y no órdenes y la relación entre el mentor y su alumno debe ser voluntaria. Los buenos mentores utilizan un enfoque de “compartir lo que saben”.

Determinar la diferencia entre lo urgente y lo importante, está relacionada a una buena gestión del tiempo, lo que puede hacer o deshacer la eficiencia en la estructura de las organizaciones. Esta determinación está fuertemente influenciada por la experiencia. Por ejemplo, las reuniones del General Lynch solo duraban una hora. Es difícil para las organizaciones ir más allá del status quo. Los líderes deben demostrar equilibrio entre el trabajo y la vida personal (predicar con el ejemplo) y apoyar la política de tiempo familiar: esto reduce los suicidios, la violencia doméstica, los divorcios y aumenta la productividad. Puedes tener éxito tanto en tu vida profesional como personal, como nos lo demostró el general en su plática.

Finalmente se mostró reflexivo y crítico, admitiendo que tenía ciertos algunos remordimientos, puesto que cometió errores y quiso dejar el ejército en cuatro ocasiones diferentes, pero no renunció debido al apoyo y guía de su esposa. También admitió que se apresuró a juzgar y no siempre dejó que la gente presentara sus casos. El temperamento es probablemente la característica más débil del General Lynch. En sus propias palabras, no debes dejar que la ira te controle o te consuma: debes canalizarla a tu favor. La mejor solución es dar un paso atrás, volverse consciente de uno mismo y lidiar con tus debilidades. Los sentimientos siempre estarán ahí pero debemos gestionarlos adecuadamente y canalizarlos de manera positiva, en lugar de controlarlos. Las emociones no son realmente dañinas a menos que te alíes a ellas en detrimento tuyo.

Cuando el General Lynch nos aconsejó que viviéramos nuestros guiones, a la vez, de forma enfática y efectiva, nos dijo que solo tenemos el presente. Estoy completamente de acuerdo con esa afirmación. En un mundo en constante evolución y cambio, no hay garantías de que nuestros planes se cumplan en el futuro; podemos, sin embargo, controlar nuestras acciones presentes. Por ejemplo, es posible que no alcance mi meta profesional de convertirme en CIO (Chief Information Officer) para el 2025, sin embargo, seguiré invirtiendo en mi educación, seguiré disfrutando de mi vida personal y me esforzaré por alcanzar la excelencia en todo lo que haga. Mis sueños pueden estar fuera de mi alcance, pero no mis acciones.

En un sentido general, no estamos obligados a tener las mismas prioridades que tiene Rick Lynch (Dios-familia-carrera), pero podemos alcanzar un punto en común. Por ejemplo, también pongo a mi familia antes que a mi profesión. Entiendo lo difícil que es separar la vida personal de la vida profesional. Tener claras nuestras prioridades y apegarnos a ellas es vital para alcanzar la felicidad. A veces, sin embargo, las prioridades no tienen que caer en una u otra categoría. El general Lynch sacó a relucir el ejemplo de su padre (quien trabajó en Champion International Paper Company) para explicar cómo a su padre no le importaba la empresa en la que trabajaba porque la empresa no se preocupaba por sus empleados. No veo ningún problema en disfrutar de tu carrera tanto como lo harías con un pasatiempo personal. Tu profesión y tu vida personal no tienen por qué ser excluyentes, siempre y cuando se encuentren en el campo y entorno adecuados.

Sin embargo, dos declaraciones del General Lynch resonaron con singularidad: el hecho de celebrar, no simplemente aceptar la diversidad, es útil para las organizaciones, y los introvertidos necesitan trabajar fuera de sus zonas de comodidad para lograr su propio éxito. De hecho, las organizaciones homogéneas tienen menos conflictos y no son muy eficientes debido a que siguen un camino común y, por lo tanto, no son cuestionadas. En cuanto al segundo punto, ser introvertido te permite impulsarte y motivarte a adoptar tácticas de liderazgo aunque sea un poco más difícil, pero es definitivamente factible. Si Demóstenes pudo superar su impedimento del habla para convertirse en uno de los mejores oradores de todos los tiempos, la mayoría de los introvertidos ciertamente podrán lidiar con y superar su timidez en favor del crecimiento personal.

Trabajos citados

Lynch, Rick. “Leadership.” March 18, 2015. Lecture.

Lynch, Rick and Dagostino, Mark. “Adapt Or Die: Leadership Principles From An American General.” Baker Publishing Book, 2013. ISBN: 978-0-8010-1565-6.

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