Muy interesante esta metáfora. Es tan fácil perder el rumbo de la vida; creemos que estamos actuando adecuadamente y resulta que a menos que algo o alguien nos haga caer en cuenta de nuestras equivocaciones, podemos seguir nuestro camino como si tal cosa. Que necesario se hace hacer la pausa de vez en cuando para evaluar y corregir lo pertinente.
Apagar el piloto automático y tomar las riendas nuevamente, una y otra vez…

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