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el 15 julio 2010

Michel Domit convirtió El Santuario, un hotel de lujo y fraccionamiento ubicado a pocos kilómetros de Valle de Bravo, en un negocio sustentable y rentable. ¿Su secreto? Ser un líder alcanzable y respetado. ¡Conoce su historia!

Cada dos meses, sin excepción, Michel Domit se toma un tiempo para platicar con sus colaboradores.

Su objetivo es escuchar sus problemas, identificar sus habilidades, impulsar sus virtudes y trabajar en sus defectos. «¿Qué necesitas, qué quieres y qué harás para lograrlo?», les pregunta.

Y no son sólo palabras. Cuando el empresario llega a El Santuario Resort -un hotel ubicado a 15 kilómetros del centro de Valle de Bravo, Estado de México, que fundó hace 15 años- llama a cada uno de sus 70 empleados por su nombre, los saluda y escucha con atención lo que tienen que decirle. Pero también espera resultados de su gente: por ejemplo, si alguien pide herramientas para mejorar una actividad específica, tiene que dar datos concretos de cuáles serán las mejoras. Y cumplirlas.

Así, al ser un líder alcanzable, pero a la vez admirado y respetado, Domit consiguió motivar a sus trabajadores, lograr que asumieran el proyecto como propio y, en definitiva, impulsar el crecimiento de su empresa.

«El Santuario se debe a su gente», afirma el presidente y director de Grupo Domit, del que forma parte este hotel que cuenta con 64 suites y que aloja el spa más lujoso de América Latina. Además, el terreno donde está ubicado ha elevado su valor 100 veces desde su fundación, pues el costo por metro cuadrado pasó de US$2 en 1994 a US$200 en 2009.

«Los emprendedores que estén lejos de su gente y la vean como un medio más, no pueden ser grandes empresarios, ni mucho menos grandes líderes», dice contundente Domit, quien con esta filosofía construyó un negocio innovador y con altos niveles de productividad. Por ejemplo, su personal tiene un índice de rotación de sólo un 10% anual.

«Sin mis colaboradores no sería nada de lo que soy hoy», asegura el emprendedor. «Por eso, para mí son mi familia de trabajo y siento que es mi obligación y compromiso que ellos y sus familiares estén bien».

Hechos, no palabras
Michel Domit no sólo habla, actúa. En su empresa, las teorías sobre motivación y fortalecimiento de equipos de trabajo de los grandes libros de management son aplicadas en serio. Él es el líder de un negocio que construye día a día el compromiso de sus empleados con base en tres factores fundamentales: un equipo formado por líderes, una clara estructura de trabajo, y, por supuesto, una comunicación fluida entre todas las partes de la compañía.

Domit pone especial atención en reconocer públicamente los logros de cada colaborador, así como los éxitos comunes. En las reuniones con su equipo, hace que todos se concentren en los detalles que pueden mejorar a nivel profesional y personal.

En El Santuario existe además una estructura de pagos clara al repartir las utilidades: los puestos más altos de la empresa son remunerados según el nivel de ocupación del hotel y las ventas. Es buen camino para aumentar la productividad. «Aplicamos esta medida porque así los gastos fijos no te absorben», explica Domit.

Para lograrlo se necesita una estructura flexible que permita reducir gastos, principalmente en época de crisis o cuando las ventas son bajas. Pero a su vez con la que, en periodos de abundancia, se pueda premiar y motivar a los integrantes más valiosos del equipo. Así, todos estarán comprometidos no sólo para mantener su trabajo, sino para generar más ventas e impulsar la expansión de la empresa.

Ve más allá
Michel Domit, cineasta de profesión y heredero de una empresa familiar, está orgulloso de asumirse como un empresario que sabe fusionar sus conocimientos de negocio con su gran espiritualidad. Tanto, que está convencido de que «emprender tiene muy poco que ver con el dinero. Éste es sólo un medio y si lo conviertes en un fin, ya te perdiste», asegura.

Para él, en la medida en que tengas más, vas a poder hacer más. Y en el caso de El Santuario, su primer negocio ajeno al legado familiar y concebido desde su creación como un proyecto ecológico, tiene una misión: devolverle a la tierra tan sólo una parte de lo que le da al hombre y a la sociedad.

En los más de dos millones de metros cuadrados donde se ubica El Santuario -que además del hotel y el spa cuenta con club de golf, club náutico, club hípico, fraccionamiento y centro de convenciones- el 85% del terreno son áreas verdes y sólo el 15% tiene construcciones. «Tiene un concepto arquitectónico especial», señala.

Llegar a esta meta no fue fácil. El camino de Domit estuvo lleno de obstáculos, falta de liquidez y credibilidad en su proyecto. «Imaginé El Santuario en una meditación en la que se me apareció mi padre», recuerda. «Todos decían que estaba loco». Pero esa locura hoy da buenos resultados económicos, ya que cada año el hotel recibe alrededor de 5,000 huéspedes.

La belleza del lugar, el valor de la tierra y su fe en el proyecto fueron las razones que le permitieron a Domit convencer al socio o cliente más desconfiado. Él sabía que su idea era rentable y, a pesar de la crisis económica que se vivía en México en 1994, consiguió el dinero suficiente para cubrir los plazos que le permitirían pagar por la montaña de cuarzo sobre la que está construido su hotel.

«Vence el miedo al qué dirán y ten seguridad en ti mismo, porque cuando estás convencido, no habrá nada ni nadie que te limite», aconseja. Esto aplica también para los empleados, «porque la gente que no cree en ti no puede aportar nada».

Para el futuro, el sueño de Domit es cruzar las fronteras. «Ahora tenemos que hacer que El Santuario llegue a todos los rincones del mundo», plantea el emprendedor como su próxima meta. El reto es que en 10 años existan 20 Santuarios alrededor del mundo. Todos con la misma idea de alimentar el alma de las personas.

La receta del emprendedor exitoso

  • No existen emprendedores grandes o pequeños. Siempre que arranques un proyecto, asúmete como uno de verdad.
  • Lo primero que te convierte en un empresario es la motivación. Si no la tienes, no intentes abrir una empresa. El siguiente paso es convencerte de que tu idea puede ser una realidad.
  • Un emprendedor siempre hace de una crisis una oportunidad. Cuando Michel Domit entró al mundo de los negocios en realidad no quería ser empresario. La empresa de zapaterías de su familia estaba en números rojos, pero decidió abrir nuevas tiendas. Hoy, además de mantener el negocio familiar, cuenta con un proyecto propio. «Las crisis son un reto y nosotros estamos hechos para aprender a través de ellas», afirma.
  • La cualidad más importante de un emprendedor es su imaginación. Busca cursos y actividades que la fomenten.
  • Para Domit, muchos emprendedores tienen como primera motivación el dinero. Sin embargo, está convencido de que en México existe una nueva generación de empresarios dispuestos a dejarle un legado al mundo. «Al arrancar tu empresa delega funciones y reorganízala cada seis meses, para que funcione contigo o sin ti»
  • Confía en ti mismo. Sólo así no habrá nada ni nadie que te haga cambiar de opinión.
  • Haz que la gente se enamore de tu proyecto y no de ti. «Tú eres un granito pequeño de la maquinaria».

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Claves para formar equipos de alto desempeño

1. Fíjate una meta y los pasos que necesitas para llegar a ella. Integra a tu negocio personas con diferentes niveles de conocimiento y experiencia para alcanzar tus objetivos.

2. Establece las habilidades que necesitas en cada puesto y asegúrate de que quien ocupe la plaza disfrute de las metas conjuntas y del trabajo en equipo.

3. Aunque seas el líder, apóyate en una estructura que facilite el cumplimiento de la misión de tu negocio.

4. Comunica y pide retroalimentación. Escucha a tus trabajadores, siempre aportarán nuevas ideas.

5. Forma líderes en el grupo de trabajo, pero no te olvides de fortalecer siempre las aptitudes de todos los miembros.

6. Delega y da poder de decisión. Organiza reuniones periódicas para que todos compartan sus ideas e identifiquen sus habilidades.

7. Reconoce los logros y transfórmate en un líder alcanzable.

8. Remunera a tus empleados de manera justa, según sus logros.

9. Crea una estructura flexible en la que los cambios y retos no se conviertan en un obstáculo.

10. Integra a tu negocio personas con diferentes niveles de conocimiento y experiencia para alcanzar tus objetivos.

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