Saltar al contenido

10 Hábitos perturbadores de las personas crónicamente infelices

el 20 marzo 2018

Los hábitos no solo están relacionados con la productividad, también pueden generar estados de ánimo específicos y en ése sentido trascender lo meramente funcional para condicionar la forma de sentir y ser de una persona.

Es una reflexión algo simplista asegurar que buenos hábitos pueden generar felicidad, porque finalmente ello es algo más complejo e integral, pero hay poca duda en relación a que hábitos equivocados provocan Infelicidad.

Los hábitos determinan lo que las personas hacen buena parte de su tiempo, y esto concluye definiendo el sentir y el ser. Los hábitos son manifestaciones del “estado interno”, y a la vez sus condicionantes “externos”, por ello completan un círculo insidioso de influencias negativas.

El factor positivo y elemento auspicioso de todo esto es que los hábitos se pueden alterar, y ello tiene la facultad de provocar cambios fundamentales en el individuo.

Todas las personas que perciban que sus vidas no se hallan equilibradas y se sientan infelices en buen grado, deben analizar la posible existencia de los siguientes hábitos en sus patrones de conducta:

Hábitos perturbadores de las personas crónicamente infelices

1.- El hábito de “esperar por el futuro”.

“Seré feliz cuando…”

Existen personas que viven esperando que “algo” suceda en su futuro para cambiar la forma en que se sienten. Están convencidas que su vida no puede ser diferente porque es precisamente lo que les pasa el justificativo de la insatisfacción y el malestar.

Entre todos los hábitos, el drama que éste representa tiene dos explicaciones inapelables:

  • Esperar por el futuro significa estar sujeto a las circunstancias, es decir eventos: situaciones concretas, puntuales, frágiles y efímeras. La definición misma de “circunstancia” la presenta como una condición o característica no esencial (de tiempo, lugar, modo, etc.), que rodea a una persona o cosa e influye en ellas o en hechos relacionados con ellas. Las circunstancias están sujetas a probabilidades, cambian frecuentemente y con rapidez. Nadie puede ser feliz “mejorando sus circunstancias”, pues éstas nunca alcanzan estabilidad. A lo sumo generan estados transitorios de alegría, pero la mayoría de las veces solo causan frustración.
  • Nadie puede garantizar lo que sucederá en el futuro. Si el sentirse bien, en paz y feliz, depende de lo que eventualmente pase, se convierte en una aspiración sin fundamento.

Enfocarse en ser feliz Ahora, en el momento presente, es la única forma de revertir este hábito y acercarse al genuino bienestar.

2.- El hábito de invertir mucho tiempo y esfuerzo en adquirir “cosas”.

Existen hábitos que generan compulsión, y éste es uno de ellos.

Todas las personas que pretenden alcanzar estados de felicidad adquiriendo cosas desarrollan conductas compulsivas que nunca generan la satisfacción esperada.

El proceso de adquirir cosas proporciona satisfacción solo hasta el momento de conseguir lo que se desea, luego todo comienza de nuevo.

Existen muchas investigaciones y estudios que demuestran invariablemente que lo material, por sí mismo, no genera felicidad. Luego, el afán de comprar cosas no solo se inscribe en hábitos improductivos, también provoca frustración, puesto que tarde o temprano se cae en cuenta que el esfuerzo de adquirirlas representa sacrificio de cosas mucho más valiosas: amigos, familia, pasatiempos, etc.

3.- El hábito de permanecer en casa.

Mientras que hay hábitos que involucran a muchas personas que rodean a quien se siente infeliz, éste se alinea con la soledad.

Cuando alguien se siente infeliz propende a evadir a otras personas. Sin embargo éste es un error que solo aumenta la complejidad de las cosas, por cuanto la socialización, incluso cuando no se la disfruta, es de gran ayuda para el estado de ánimo.

Todas las personas pasan por “esos días” que provocan meterse debajo de un cobertor y no sacar la cabeza hasta que todo cambie, pero si este deseo se vuelve repetitivo y se practica con regularidad, puede destruir por completo un estado de ánimo saludable.

Cuando aparece ésa sensación compulsiva de no querer ver a nadie y encerrarse, las personas deben forzarse a salir y socializar. Ello conduce a un cambio inmediato del sentir.

4.- El hábito de considerarse siempre una víctima.

Las personas que se sienten infelices tienden a pensar que la vida es tremendamente dura y se encuentra fuera de su control. En otras palabras: “la vida me consume y no existe nada que pueda hacer al respecto”. El problema con esta deducción es que desarrolla sentimientos de impotencia, y las personas que piensan así difícilmente toman medidas para estar mejor.

En tanto que todos tienen el derecho de sentirse mal y desesperanzados de vez en cuando, es indispensable comprender que ello no puede afectar la visión general sobre la vida. A todos les suceden cosas malas, nadie posee propiedad sobre el infortunio, pero se puede tener algún control sobre el futuro mientras exista la disposición y deseo de tomar acciones al respecto.

5.- El hábito de Ser Pesimista.

Nada alimenta más la infelicidad que el Pesimismo.

El problema con actitudes pesimistas es que aparte de generar profundo impacto en el estado de ánimo, también se convierten en las “profecías que se cumplen a sí mismas”. Si se esperan malas cosas, aumenta la probabilidad que ellas lleguen.

Es difícil eliminar los pensamientos pesimistas hasta que se toma consciencia de lo ilógicos que son. Es necesario forzarse a ver los hechos y comprobar que las cosas no son, de ninguna manera, tan malas como se piensa.

6.- El hábito de ser Quejumbroso.

Quejarse es un problema igual o mayor a la actitud que la precede. La queja consigue auto-justificación, y así consolida una estructura de creencias negativas. Es cierto que hablar acerca de cosas que molestan puede hacer sentir mejor a las personas, pero hay una línea muy delgada entre la queja, como recurso terapéutico, y su transformación en combustible de la infelicidad.

Por otra parte, al margen que la queja puede hacer infeliz a una persona, también consigue que se alejen de ella quienes la quieren y apoyan. La queja tiene ése efecto: altera a los que constituyen sus depositarios y los obliga a distanciarse.

7.- El hábito de exagerar y sacar las cosas de la proporción que tienen.

Cosas malas suceden a todo el mundo. La diferencia es que las personas relativamente equilibradas y felices las toman como eventualidades que llegan, se procesan y pasan, en tanto que las personas infelices  consideran que cualquier hecho negativo es mayor evidencia de que la vida les cae encima. Si una persona básicamente feliz choca ligeramente su movilidad camino al trabajo, tendrá un disgusto lógico pero mantendrá las cosas en perspectiva, en tanto que la persona amargada eventualmente verá el evento como una prueba que el día, la semana, el mes y posiblemente la vida entera está marcada por el infortunio.

8.- El hábito de “ocultar las cosas bajo la alfombra”.

Las personas equilibradas y felices son responsables por sus acciones. Cuando cometen un error lo asumen. Las personas infelices, por otra parte, encuentran que problemas y errores son una amenaza, por eso tratan de esconderlos. Y los problemas tienden a ser mayores cuando se los ignora. En tanto más se posterga la atención de un problema, mayor es la sensación que poco puede hacerse al respecto. Y esto refuerza la disposición de victimizarse.

9.- El hábito de no mejorar y crecer.

Dado que las personas infelices son pesimistas y sienten que no tienen control sobre su vida, tienden a quedarse estáticos y esperar que “la vida les suceda a ellas”. En lugar de establecer objetivos, aprender y desarrollarse, siguen caminando pesadamente y preguntándose por qué las cosas nunca cambian.

10.- El hábito de compararse con los demás.

Los celos y la envidia son incompatibles con la felicidad, y esto es precisamente lo que se consigue con la tarea de compararse con los demás. En una investigación académica se estableció que muchas personas estaban de acuerdo en ganar menos dinero en tanto todos los demás también lo hicieran. Las comparaciones no son necesariamente aleccionadoras o motivantes, propenden más bien a provocar lo contrario. Pensar en la felicidad adecuándola a parámetros ajenos solo provoca inconformidad.

En Resumen:

Cambiar estos hábitos, en términos de alcanzar mejores niveles de felicidad, no solo es lo más importante que una persona pueda hacer por sí misma, también es indispensable por otra razón: hacer más felices a quienes están alrededor.

Extraído, traducido y contextualizado por Carlos Nava Condarco del artículo original: “10 troubling habits of chronically unhappy people”. Travis Bradberry, revista Forbes, julio 2016.

DATOS DEL AUTOR.-

Carlos Eduardo Nava Condarco, natural de Bolivia, reside en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, es Administrador de Empresas y Empresario. Actualmente se desempeña como Gerente de su Empresa, Consultor de Estrategia de Negocios y Desarrollo Personal, escritor y Coach de Emprendedores.

Autor del libro: “Emprender es una forma de Vida. Desarrollo de la Conciencia Emprendedora”

WEB: www.elstrategos.com

Mail: carlosnava@elstrategos.com

Facebook: Carlos Nava Condarco – El Strategos

Twitter: @NavaCondarco

Asesor y Escritor en Estrategia de Negocios, Apoyo a Emprendedores y Desarrollo Personal. www.elstrategos.com

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *