¿Por qué el pensamiento positivo puede ser perjudicial?

Afirmar que el pensamiento positivo puede ser algo perjudicial es algo que nos sorprende, pero vamos a analizar los motivos…

Todos hemos oído que atraemos aquello que pensamos y que visualizando podemos lograr todos nuestros objetivos. El pensamiento positivo es perjudicial porque nos hace creer que nosotros somos los responsables de no conseguir aquello que tanto deseamos.

El pensamiento positivo sostiene que para lograr el éxito en el proyecto empresarial que has emprendido tienes que visualizarte siendo exitoso y viviendo como si ya lo hubieras logrado. De esta manera, con tus pensamientos atraerás aquello que tanto deseas.

Por tanto, no hagas caso de las deudas que se van acumulando o de la crisis económica porque eso te limita y te resta energía. Y, si finalmente, no lo consigues, es porque no has desarrollado un pensamiento positivo.

Pensamiento positivo

¿Cuántas veces has escuchado que no consigues tus objetivos o que no superas determinadas enfermedades por ser negativo?

Parece que el pensamiento positivo es la panacea para tener una vida exitosa, placentera y feliz.

El pensamiento positivo no es suficiente para lograr aquello que deseamos en nuestras vidas.

He trabajado con muchas personas que han venido a procesos de coaching frustradas y sintiéndose culpables porque no son capaces de lograr aquello que visualizan. “Por más que me repito afirmaciones positivas y me visualizo siendo feliz y exitoso, nada cambia, me siento fatal, cada vez me siento más inseguro”.

Son frases habituales entre las personas que han caído en la trampa del pensamiento positivo que se vuelve perjudicial para ellas porque las hace sentir culpables.

Y digo que el pensamiento positivo puede ser perjudicial porque lo que sucede es que, como tantas otras palabras o conceptos psicológicos, el positivismo ha sido malinterpretado y se ha usado a la ligera.

¿Qué es el pensamiento positivo?

En primer lugar, aclarar que el pensamiento positivo no es la varita mágica. Todos conocemos a personas que han cerrado sus empresas o no han conseguido superar una enfermedad a pesar de ser personas positivas de las que ven siempre el vaso medio lleno.

Con eso no quiero decir que el pensamiento positivo no sea una cualidad a desarrollar sino que le tenemos que dar su justo valor.

Lo que sucede es que últimamente, el pensamiento positivo ha sido un concepto maleado porque se afirma que tanto lo que nos sucede como lo que sentimos sea para bien o para mal depende de uno mismo.

Esta es una afirmación no exenta de controversia ya que existen circunstancias que no dependen de nosotros y que pueden hacer que las cosas no salgan como nosotros queremos. Por ejemplo: un accidente de tráfico, una enfermedad, un despido, una crisis económica, etc.

Por tanto, el pensamiento positivo no es perjudicial en si, el peligro está  en la interpretación que le damos al mismo.

Existen muchas circunstancias externas que están fuera de nuestro control y que pueden influir tanto en nuestro estado de ánimo como en la consecución de nuestros planes. Y nosotros no podemos hacer nada para cambiar esas circunstancias por muchas afirmaciones positivas que nos repitamos o por muchas visualizaciones que realicemos.

Lo que sí depende de nosotros es la actitud que tengamos ante estas situaciones adversas, la manera en que las interpretemos y la respuesta emocional que decidamos tener.

Permitidme que lo ilustre con un ejemplo, una chica vino a sesiones de coaching frustrada y decepcionada con su anterior coach porque ella tenía un problema de relación con su padre y en las sesiones trabajaban con visualizaciones y afirmaciones positivas sobre lo amorosa y enriquecedora que era la relación con su progenitor. Ella me contó que durante las sesiones se sentía relajada y tranquila pero que cuando volvía a casa, nada había cambiado, la relación con su padre seguía siendo tan destructiva como siempre.

Este es un claro ejemplo de que con el pensamiento positivo no es suficiente.

El pensamiento positivo y el mundo empresarial

En el mundo de las organizaciones sucede algo similar. En procesos de coaching con los directivos, he constatado la frustración que se les genera cuando a pesar de trabajar frases de empoderamiento y de visualizar planes estratégicos a corto y medio plazo, no consiguen los resultados esperados.

Para alcanzar los objetivos propuestos no es suficiente con soñar, con visualizar, con repetirnos frases capacitadoras, necesitamos un plan y pasar a la acción.

El pensamiento positivo tenemos que entenderlo como una manera inteligente de interpretar nuestra realidad y gestionar nuestros estados emocionales. Lo que nos permite escoger la respuesta más adecuada y concorde con los objetivos personales y profesionales que nos hayamos propuesto.

Recuerdo que en una ocasión me preguntaron si ser positivo estaba reñido con ser realista. La respuesta es no. Tener una actitud positiva y ver el vaso medio lleno no implica engañarse. El verdadero positivismo parte de la objetividad, no niega que haya obstáculos. Asume que tal vez aquello que queremos conseguir sea difícil y, en ocasiones, incluso imposible. Y a partir de ese análisis, mantiene una actitud positiva de confianza en las propias posibilidades y recursos y una proactividad.

Pensar que el positivismo es sinónimo de que todo es posible y que con tan solo desearlo lo conseguiremos es lo que lo convierte en perjudicial para nuestro bienestar emocional porque nos mantiene en una ilusión que acaba por frustrarnos y hacernos desistir.

10 consejos para desarrollar un auténtico pensamiento positivo

  1. Trabajar nuestro autoconocimiento desde un punto de vista objetivo y realista. Ser consciente de cuáles son nuestras fortalezas y cuáles nuestras vulnerabilidades.
  2. No confiar en el azar, el destino o la buena suerte.
  3. Fomentar la confianza y seguridad en nosotros mismos.
  4. Responsabilizarnos tanto de nuestros logros como de nuestros fracasos.
  5. Creer en nosotros mismos y automotivarnos, pasando siempre a la acción.
  6. Definir nuestras metas, trazar un plan de trabajo realista y ser proactivos.
  7. Gestionar de manera adecuada nuestras emociones para aprender a manejar el estrés, la incertidumbre y la frustración.
  8. Ser conscientes de que el éxito exige trabajo, esfuerzo y perseverancia.
  9. No creer en las “recetas milagrosas” que te prometen alcanzar tus objetivos con tan solo desearlo.
  10. Tener presente que las frases motivadoras, las afirmaciones positivas y las visualizaciones son técnicas valiosas para motivarnos y tener presente nuestros objetivos pero que por sí solas no nos darán resultado. Para utilizar un símil, son la energía o la gasolina pero tenemos que empezar a caminar; es decir, tenemos que pasar a la acción.

A modo de conclusión, tenemos que entender que el verdadero pensamiento positivo no consiste en autoengañarnos, no cree en recetas mágicas y no está reñido con ser realista.

La persona realmente positiva se basa en una análisis objetivo de la realidad y en una actitud de confianza en si mismo. Mantiene una actitud proactiva para lograr aquello que desea, siendo consciente de que siempre hay circunstancias que escapan a su control.

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DATOS DE LA AUTORA: Begoña Serra, es española y coach tranformacional especializada en temas de liderazgo, comunicación eficaz y gestión emocional. Asesoro a directivos en el desarrollo de sus habilidades directivas y capacito a equipos de alta productividad. Conferenciante y escritora en distintos medios digitales.

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LIBROS PUBLICADOS:

Una segunda oportunidad, Ediciones Carena

¿Quién duerme a mi lado?, Bubok

Autor: Begoña Serra

Soy Coach Transaccional y CEO del Coaching Transaccional Institute con más de 18 años de experiencia en asesorías y formaciones a directivos y equipos, especializada en temas de liderazgo, gestión emocional y softskills. He desarrollado mi #MétodoLideraTuVida para acompañar a las personas en procesos transformacionales que les permita conseguir sus objetivos tanto profesionales como personales.
Conferencista, autora de dos libros, he conducido un programa de radio y actualmente colaboro con artículos en distintas plataformas digitales de gran prestigio como Expocoaching, Psicocode, Womenalia y Saludterapia

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Un comentario

  1. Hola! Estoy de acuerdo pero no en un 100%. Es claro que con solo tener pensamientos positivos o repetir afirmaciones positivas la vida no cambia, porque en realidad debemos ser coherentes con los pensamientos, sentimientos, palabras y acciones. La chica que mencionan que tenía problemas con el padre, lo que quería era cambiar al padre, y por eso no funcionó lo que estaba haciendo. Si el padre es una persona conflictiva y empieza una discusión, y ella continúa con la discusión, las cosas no cambian. Pero si ella toma otra actitud, la de mirar al otro como un otro, con amor y desde el amor, aceptando que esa persona tal vez tuvo la misma relación con su padre y aún no lo sabe manejar, entonces las cosas sí cambian. Porque para que el mundo cambie, tengo que cambiar yo primero.
    Creo que el problema está en pensar que con afirmaciones positivas, voy a cambiar mi entorno. Tengo que cambiar yo.
    Además, como mencioné anteriormente tengo que ser coherente. Si pienso que quiero que quiero tener más ingresos, pero me siento pobre y vivo hablando de lo mal que está el país, y encima pierdo mi tiempo viendo series, nada va a cambiar y voy a seguir siendo pobre. Si pienso que quiero tener una pareja estable, pero me siento sola, y encima le digo a todo el mundo lo bueno de estar soltera, voy a seguir estando sola. Si pienso que quiero pagar mis deudas, lo que voy a recibir son deudas. Las voy a pagar, pero es lo único que voy a hacer con el dinero que gane, seguir pagando deudas.
    Si pienso que quiero tener más clientes, no pasa nada, es solo un deseo y por más que lo repita mil veces, voy a seguir en la misma situación. Pero si digo, «voy a conseguir un 30% más de clientes en los próximos 3 meses», y a mi actitud positiva le sumo acciones como enviar e-mails, hacer publicidad, contactarme por redes sociales, hacer redes de contactos con mis amigos, entonces los resultados sí van a ser diferentes.
    El problema es pensar que solo hay que pensar. No, también hay que sentir, hablar y actuar.
    Un ejemplo de lo que me pasó personalmente los últimos días. Yo repetía la frase «tengo muchas oportunidades, las oportunidades vienen a mí fácilmente, con frecuencia y de diferentes fuentes». Aparentemente la frase es alentadora. Hasta que me dí cuenta que tenía muchas oportunidades pero a pesar de mi predisposición y proactividad, en algún punto quedaban truncas. Y ahí entendí, que no debía pedir oportunidades, sino contratos efectivos. Lo que quiero es que la gente valore mi trabajo y me contraten. Y por supuesto, hacer las acciones que correspondan.
    Ahora con la pandemia, por ejemplo, los medios de comunicación nos muestran la cantidad de infectados y la cantidad de muertos. En la ciudad donde vivo, dicen hay 300 infectados, pero no dicen que hay más de 35 mil personas sanas. El hablar solo de la enfermedad, no va a hacer que se curen los enfermos, va a hacer que más gente se sugestione y atraiga este y cualquier otro virus.
    Los pensamientos positivos son poderosos, pero hay que saber usarlos. Muchas gracias.

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